Soporte físico: de preferencia se debe privilegiar
el papel, dada la mayor eficacia en comprensión profunda frente a lectura digital.
Color y contraste: evitar fondos blancos puros; preferir tonos crema, hueso o pastel que reduzcan deslumbramiento; mantener contraste suficiente texto-fondo.
Encabezados y pies de página: mantener elementos permanentes claros y consistentes, con numeración centrada o alineada a los bordes exteriores, evitando saturación.
Estructuración y marcadores: asegurar la presencia de títulos claros, encabezados o numeración continua, que actúen como guías de navegación.
Mantener una densidad visual constante: en cada página, evitando variaciones abruptas en el tamaño del bloque de texto, la proporción de blancos o la disposición de ilustraciones. Las irregularidades espaciales alteran la orientación visual y dificultan la continuidad lectora.
Bloques de texto: evitar párrafos excesivamente largos; se recomienda no superar 8-10 líneas en formato estándar para mantener descansos visuales.
No utilizar la sangría para separar párrafos: preferir un salto de línea visible que marque el inicio de cada bloque textual.
Interlineado óptimo: establecer una distancia entre líneas equivalente al 130% y 150% del tamaño del cuerpo tipográfico. El valor ideal se sitúa cerca del 145%. Evitar valores inferiores al 120% o superiores al 170%, ya que los interlineados demasiado estrechos dificultan el seguimiento visual, mientras que los excesivos rompen la continuidad y aumentan la carga ocular.
Espacio entre párrafos: mantener un espacio
inter-párrafo de al menos 1,5 líneas, en coherencia con un interlineado amplio y constante.
Este margen adicional facilita la orientación ocular, la segmentación de ideas y la comprensión lectora.
Espaciado entre letras y palabras: ampliar el interletrado e interpalabra de manera proporcional, con un incremento estimado de entre un 10%
y un 15% respecto al valor estándar de la fuente.
Este ajuste mejora la velocidad y la precisión lectora, reduciendo errores de agrupación visual.
Longitud de línea / ritmo de lectura: establecer dos criterios diferenciados según nivel lector:
- Lectores principiantes: máximo de 60 caracteres por línea, siendo recomendable un rango entre 50
y 60 caracteres, lo que facilita el retorno visual y reduce la carga cognitiva.
- Lectores avanzados: rango de 60 a 70 caracteres por línea, que favorece la orientación ocular y reduce regresiones en textos continuos. Además,
se recomienda que el bloque de texto principal ocupe entre el 65% y el 75% del ancho total de la página, garantizando un equilibrio visual estable entre texto y márgenes.
La justificación: debe estar alineada a la izquierda. La justificación centrada y a la derecha contradicen la naturalidad de la lectura y una justificación completa produce ríos visuales.
Tamaño del cuerpo tipográfico: emplear cuerpos iniciales de entre 12 y 14 puntos para el texto principal, ajustables según el nivel lector o los resultados de pruebas con usuarios. Un tamaño adecuado reduce la fatiga visual y favorece la fluidez.
Selección tipográfica: optar por fuentes sans serif de trazo limpio (como Arial, Helvetica o Verdana) o por tipografías diseñadas específicamente para el español, como Atia y Sarakanda que están hechas para una mayor legibilidad. Evitar ornamentaciones excesivas y simetrías que generen confusión perceptiva, como las letras espejo (b/d, p/q, n/u).
Asegurar proporciones correctas en los diacríticos: se debe mantener entre un 5 y 10 % del em en altura, y un 40 a 60 % del ancho de una “o” minúscula, con una inclinación cercana a 35° para favorecer la legibilidad.
Signos propios del español: garantizar la correcta implementación de la ñ, las tildes, la diéresis y los signos de apertura de interrogación y exclamación, frecuentemente omitidos en fuentes angloparlantes. Estos signos son esenciales para la comprensión lingüística y la fidelidad del idioma.
Énfasis tipográfico: es debido prescindir de cursivas y subrayados en el cuerpo del texto, ya que dificultan la lectura continua. Preferir el uso de negritas con moderación para destacar información relevante sin saturar la composición.
Ornamentación inicial: hay que evitar el uso
de letras capitulares, ornamentos o iniciales decorativas, ya que interrumpen el flujo visual
y distraen la atención del contenido principal.
Jerarquías visuales: mantener jerarquías las tipográficas claras y limpias, basadas en el tamaño, el peso y el espacio, que todo tenga un propósito, sin ornamentos.
Recursos visuales de apoyo: incluir resaltados moderados, micrográficos o íconos que acompañen el texto sin sobrecargarlo. Estos elementos deben reforzar la atención, la comprensión y la retención
del contenido.